PREGÓN DE SEMANA SANTA 2008.

JUAN VENEGAS, POR FIN, PREGONERO.

El domingo día 9 de marzo, el poeta isleño Juan Venegas Columé, pronunció su "atípico pregón", en el Teatro Municipal “Horacio Noguera” de nuestra ciudad, que se llenó a tope.
Y decimos atípico, o no al uso como él lo definió, porque rompió moldes habituales donde el pregonero, de una u otro forma, va diciendo la cosas más bellas de cada una de las Hermandades y de sus titulares, envolviéndolas en la fragancia del ambiente que gira en torno a la Semana Mayor.

Y no es que Juan Venegas renunciara a la lírica y no la mostrara en medio de su discurso o pregón. No, porque de manera muy sutil, sí lo hizo, si echó mano a la poesía de su corazón y de su mente, solo que lo hizo a modo, como mezclan los buenos cocineros, usando los elementos para que dieran el mejor sabor.

Pero sobre todo, ese poeta de cancioneros carnavalescos, de letras que hacen historia del carnaval, tenía una carta guardada en la manga de su sabiduría y ahondando en sus sentimientos, nos hizo recorrer el verdadero calvario que cada ser humano lleva dentro. Sus primeros contactos con cuantos estuvimos presentes, ya nos hizo presagiar adonde iba a parar.

Nos llevó al año 33 de la era cristiana, para irse al encuentro con Jesús, allá en Jerusalén, y mostrarnos su cruz, su muerte y su resurrección. Y nos trajo al 2001 para contarnos su particular pasión junto a su hermana en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Dos momentos que le hicieron agarrarse a la oración para pedir a Cristo y a su Madre por la salud de su hermana.

Lo demás vino solo y se fue encontrando con las hermandades que desde pequeño fue conociendo y participando. Al final nos quedó una lección de catequesis muy importante. Porque nos descubrió que en cada ser que sufre: el drogadicto, el maltratado, el encarcelado, el enfermo, el terrorista, es el rostro verdadero de Cristo. También nos regaló el Domingo de Pasión a un gran pregonero. La gente de pie, que había seguido el pregón con lágrimas en los ojos, atronó el teatro con sus aplausos.